El índice Nikkei de la Bolsa de Tokio registró este lunes una caída histórica, perdiendo un 12.4% en la sesión, sumándose al descenso del casi 6% del viernes. Esta caída marca la peor desde el “Lunes Negro” de 1987, cuando el Nikkei sufrió un desplome del 14.9%. La volatilidad en los mercados japoneses, que habían alcanzado máximos históricos en los últimos meses, se atribuye a la reciente postura más agresiva del Banco de Japón (BoJ), que ha comenzado a subir las tasas de interés y a reducir la compra de bonos, alterando el panorama financiero.

Los mercados globales están sintiendo el impacto, con temores de recesión en Estados Unidos y la interrupción del carry trade del yen japonés, una estrategia financiera que había sido lucrativa para inversores de todo el mundo. Esta estrategia implica pedir prestado en yenes a tasas bajas para invertir en activos que generen mayores rendimientos en otras monedas. Sin embargo, el cambio en la política del BoJ ha reducido el diferencial de tasas de interés entre Japón y otros países, obligando a los inversores a deshacer sus posiciones y provocando una venta masiva de activos.

El fin del carry trade del yen ha sido identificado como una de las principales causas del desplome del Nikkei. La liquidación masiva de activos, resultado de la necesidad de cerrar estas operaciones, no solo afecta a los mercados locales, sino que también tiene un impacto global. El contagio ha sido particularmente fuerte en las acciones tecnológicas, con empresas como Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) y Samsung Electronics registrando fuertes caídas.

El cambio en la política monetaria del BoJ y la reacción de los inversores están generando una tormenta perfecta en los mercados financieros, con repercusiones que se sienten en todo el mundo. La caída del Nikkei es un claro recordatorio de la interconexión y la fragilidad de los mercados globales en el entorno financiero actual.